Una vez una maestra de museografía cuyo nombre no recuerdo –perdón, miss– nos dijo que como estuviera el baño, decía mucho del museo. La Museums Association (Reino Unido) recomienda dos excusados por cada 40 visitantes mujeres y 1 urinario por cada 50 visitantes masculinos al día. La American Alliance of Museums publicó en 2022 una lista con los mejores baños de museo, calificados por profesionales del sector.
Así que hablemos de los baños del Tamayo. Quizás el único lugar del recinto que no ha cambiado en sus 43 años de historia. No miento: entre el baño de hombres y el de mujeres puedes encontrar un teléfono público de tarjetas Ladatel. Probablemente sea uno de los pocos sitios de la ciudad donde aún hay uno. Además, en perfectas condiciones. ¿Por qué el museo no lo ha retirado si nadie lo usa? Es todo un misterio.
En el baño de mujeres hay un cambiador portátil, en la dirección de su fabricante podemos aún leer México, Distrito Federal. Una vez más, prueba de las buenas capacidades de conservación del museo, pues no han tenido que renovarlo. Incluso la CDMX nació, la ciudad se rebrandó y la mesa para cambiar pañales sigue en buen estado.
Como dice Paul Preciado, los baños públicos no son solo lugares para hacer nuestras necesidades sino para reafirmar el género, ¿será por eso que el de hombres tienen en su pared mosaicos gris azulado y el de mujeres amarillo-palo de rosa? No optaron por el clásico –y cursi– rosa vs azul pero sí se establece una demarcación de géneros por color. Además de los mingitorios y la ligera variación cromática hay otro detalle que los diferencia: en el de caballeros hay una nota que les recuerda que deben lavarse las manos: una infografía del mismísimo Gobierno de la República. Por supuesto, esta no es una indicación que hace el museo, en algún momento durante el COVID a todxs nos dijeron cómo deberíamos lavarnos las manos, pero es una coincidencia graciosa.
Todo en los baños grita “ochentas”*. Me gusta pensar que los rectángulos de sus paredes son una obra de arte geométrico, como una de las varias que tienen en su colección. Diría que son un poco fríos, pero no son especialmente inhospitalarios con el público. Excepto por un detalle: una rejilla que hay encima del excusado que no entiendo qué es, parece una caja de acero colocada en la parte donde debería ir la palanca para descarga. Ni todos mis años de entrenamiento viendo ready mades, asistidos, puros y rectificados, me han preparado para saber qué demonios es esto.
Le pregunto a coleccionistas de arte, galeristas, interioristas, críticxs de arte, productorxs de video –hasta a ChatGPT– y cada quien me da una respuesta diferente: “Es para evitar el robo de partes, debe haber una buena anécdota de seguridad detrás para tener que instalarle una jaula”, “te sorprendería. A veces también esconden droga en la caja de la taza del baño”, “sirve para que no uses la palanca del baño y no la bajes desaforadamente y no desperdicies el agua”, “tal vez sea un recordatorio de que incluso en un museo, la seguridad debe estar en constante vigilancia”, “es un dispositivo anti-tentonxs”.
Mi maestra de museografía tenía razón: el baño dice mucho del museo…
*Fe de erratas: A pesar de que yo lo siento ochentero, el baño del Tamayo fue remodelado alrededor de 2012.
-Baby Solís (Obras de Arte Comentadas)