Luis Camnitzer: La mirada espectral de la IA + entrevista
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El pasado viernes 19 de septiembre, en el marco de la inauguración de su exposición Una que cubre la palabra que la nombra en Galería Labor, Ciudad de México, Luis Camnitzer se reunió con Gabriela Rangel en el Museo Tamayo para compartir una charla titulada La mirada espectral de la IA.
Crónica y entrevista: Julieta Delgado
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Luis Camnitzer, artista y educador, representante del conceptualismo latinoamericano de la década de los 60, se ha dedicado los últimos 3 años a experimentar con la Inteligencia Artificial, particularmente con softwares generadores de texto como Chat GPT y ClaudeAI, utilizándolos como herramientas para la creación artística.
Para la charla en el Tamayo, Rangel trazó un recorrido por el trabajo de Camnitzer, proponiendo algunos de los intereses específicos que ha explorado el artista a lo largo de su carrera como predecesores conceptuales de su trabajo más reciente con Inteligencia Artificial.
Entre estos intereses se señaló, a modo de marco contextual, la desmaterialización del arte, entendida como el interés de algunos artistas de los años sesenta, como Liliana Porter y José Guillermo Castillo (con quienes Camnitzer fundó el New York Graphic Workshop), por las ideas y los procesos de creación e investigación que dan lugar a una obra de arte, más que por la obra como resultado último.

De izquierda a derecha: Lus Camnitzer, Liliana Porter y José Guillermo Castillo.
En el caso del New York Graphic Workshop (que estuvo activo entre 1964 y 1970), un esfuerzo compartido en el que a pesar de todo, se mantenían las autorías individuales de cada uno de sus miembros, la idea de la desmaterialización de la obra se exploraba por medio del grabado. Camnitzer acotó que, en ese momento, el grabado tradicional les parecía ya un medio en decadencia, anacrónico, y Porter, Castillo y él buscaban romper los límites de lo que con él se podía hacer.
La idea de cuestionar límites es algo que retomaría protagonismo en repetidas ocasiones durante la charla; en el caso de su trabajo con el NYGW, podría decirse que la ruptura de fronteras se llevó a cabo al abrazar sus miembros al proceso de impresión como medio de investigación, interesándose por el error, la mancha, y sobre todo la seriación y el carácter desechable de los objetos que de sus exploraciones resultaban.
No en vano Camnitzer citó a Warhol como una inspiración para él y el resto del NYGW, mientras que Gabriela Rangel sacó a colación el FANDSO: un concepto acuñado por él mismo y Liliana Porter que, por sus siglas en inglés, significa Objetos seriados, desechables, no funcionales y libremente intercambiables.
Posterior al NYGF, Camnitzer comenzaría a interesarse por lo que considero es lo que realmente conecta sus exploraciones tempranas con las más recientes: el uso del lenguaje y la palabra como creadoras de imágenes. A modo de ejemplo, y de manera muy atinada, Gabriela Rangel presentó la obra Oraciones/Sentences de 1966.

Sentences, 1966
Luis Camnitzer
Se trata de una serie de seis cubos de acero, cada una con una inscripción en relieve que describe una situación imaginaria. Digo imaginaria porque no sólo no existe ni existió nunca una materialización de las ideas escritas (que fácilmente podrían tomarse como propuestas de piezas), sino que en ocasiones se trata de escenas difíciles de realizar, cuando no imposibles: un espacio rodeado que se expande en la dirección que camines. Un edificio de diez pisos de cuyas ventanas brota unicel.
(Aquí quisiera mencionar, para quien no ha tenido el placer de asistir a una charla de Luis Camnitzer, que es una persona sumamente chistosa. Al hablar de esta pieza, dijo: “(Estas piezas) son descripciones de situaciones visuales que, como buen haragán, era más simple decirlas que hacerlas”).
En su indeterminación, las oraciones de Camnitzer obligan a la lectora-espectadora a preguntarse: ¿cómo se vería esto? A realizar un ejercicio de imaginación sin el que la pieza no estaría completa, y que responde a una preocupación constante del artista por dos cosas: en un primer momento, la imaginación como ejercicio crítico, y en segundo lugar, la idea de que la obra de arte como objeto no es un fin en sí mismo, sino un puente entre artista y espectadora.
Camnitzer ha impulsado, ensayado y afinado este pensamiento múltiples veces a lo largo de su carrera: una de sus exposiciones más recientes, en el Centre del Carme Cultura Contemporánea en Valencia, España, invitaba al público de manera literal a poner el título de la exposición, por medio de una acotación entre paréntesis: Luis Camnitzer: (inserte título aquí).

Vista de la exposición Luis Camnitzer: (inserte título aquí)
2024
Retomo esta idea porque me permite continuar con el hilo de la charla en relación al lenguaje, la imaginación y sobre todo la Inteligencia Artificial: en 2022, con la popularización de Chat GPT, Camnitzer comenzó a desarrollar una serie de experimentos que derivarían en varias piezas hechas con inteligencia artificial. La más discutida durante la charla se titula La resurrección de Simón Rodríguez, que se divide en dos momentos.
Se trata de una serie de conversaciones imaginarias entre Simón Rodríguez (pensador y educador mejor conocido por haber sido tutor de Simón Bolívar) y varios otros pensadores reconocidos, como Paulo Freire, María Montessori, bell hooks y el propio Camnitzer.
El primer momento del proyecto podría decirse que es la generación de estas conversaciones, que Camnizter fue generando con ayuda de una Inteligencia Artificial. Es importante remarcar, si no es evidente en este punto, que tanto para él como para Gabriela Rangel, y me atrevo a decir que para muchas otras de nosotras en el campo de las artes, satanizar el uso de la IA es una empresa fútil. En el contexto del trabajo de Camnitzer, se enmarca como una herramienta de creación, que el artista aprovecha por su impresionante capacidad de procesamiento de información, y que incluso cita como coautora de la pieza.
Además, en otra entrevista* en la que habla sobre este proyecto, Camnitzer explicaba que a él le interesa hacer arte que le permita explorar el absurdo, el misterio, aquello que no se puede explicar. ¿Qué hay más misterioso que la muerte? Pienso que La resurrección… es su manera de utilizar la Inteligencia Artificial para generar una situación absurda por su imposibilidad, de manera similar a lo que en su momento ensayó con sus Oraciones.
El segundo momento de la pieza se da cuando Camnitzer acude con un grupo de médiums (o intermediarias entre el mundo de los vivos y los espíritus) para que le ayuden a contactar al espíritu de Simón Rodríguez. Esto con el objetivo de presentarle las conversaciones que generó la IA, y preguntarle qué tan acertadas las consideraba a su pensamiento. No compartió mucho sobre esta parte del proyecto, pero dijo que las respuestas de las médiums (quienes al parecer no sabían quién era Simón Rodríguez) de cierta forma certificaban la ¿veracidad? de las conversaciones.
La resurrección de Simón Rodríguez me parece una pieza bella en su complejidad, pero también en su contradicción. Compleja porque, con ayuda de la IA o no, imaginar las respuestas de una persona que nunca conocimos ante determinada situación, basándonos solamente en información, datos duros si se quiere, me parece imposible. Contradictoria porque si bien la intención de Camnitzer al utilizar la IA fue la de sortear esta imposibilidad y acotar las respuestas que arrojaba de modo que hubiera un mínimo margen de error, terminó recurriendo a una intermediaria humana cuyo trabajo se desarrolla en un espacio entre lo posible y lo imposible para intentar obtener una respuesta definitiva.
Yo no creo que las respuestas del Simón Rodríguez generado por la IA ni las de su espíritu sean definitivas, simple y sencillamente porque no son suyas. Pero tampoco creo que mi incredulidad sea producto de un fracaso en el planteamiento de la pieza.
Me tomo la libertad de cerrar con una idea que ahora no tengo los medios para citar, pero que puedo con total seguridad atribuirle a Camnitzer: la noción de que la vida de una obra de arte realmente comienza una vez que es expuesta, circulada y comentada. No al momento de ser concebida por la artista, ni al momento de ser enmarcada, vendida o montada, sino al momento en el que comienza a generar reacción, discusión y opinión entre quienes la miran, tocan o de otra manera interactúan con ella.
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Al final de la charla tuve la oportunidad de conversar brevemente con Luis para preguntarle algunas cosas que me interesaban, gracias a la amable gestión de Pamela Echeverría, fundadora de la galería LABOR, donde este 20 de septiembre inauguró la primera exposición de Camnizter en una galería mexicana.
A continuación transcribo nuestra plática:
JD: Durante la charla mencionabas que cuando comenzaste a trabajar con la Inteligencia Artificial, ésta te fascinó y aterrorizó a partes iguales. Ahora que ya ha pasado cierto tiempo y que has colaborado con ella para tus piezas ¿sigue generándote los mismos miedos?
LC: Sí, son los mismos. Me asusta que pueda en algún momento sustituir la imaginación, de alguna manera generar un cambio en la manera que tenemos de imaginar.
JD: Ya al final hablaste muy brevemente sobre la educación. Quería preguntarte: ¿tú crees que la Inteligencia Artificial tiene un papel al interior de la escuela, la de artes en particular? ¿Y cuál podría ser ese papel?
LC: Sí, es un instrumento increíblemente eficiente. Te marca los límites y por lo tanto te obliga a superarlos. Yo la uso como una herramienta para llegar más rápido a ciertas conclusiones.
Sin embargo, está creando pánico en la academia, pero es un pánico que está totalmente mal ubicado: está basado en que el estudiante pueda hacer trampa, y lo que se está buscando ahora es ¿cómo controlamos la trampa? Y bueno, se propone que los exámenes sean manuscritos, en el salón de clases y no en la casa, que me hace recordar a cuando en los exámenes de matemáticas en Arquitectura, cuando yo estudiaba, no nos dejaban usar la regla de cálculo.**
Pero lo que revela es que todo sistema educativo está basado en castigo y recompensa, y que en ese esquema el concepto de la trampa es disruptivo. En lugar de reprimir el uso de la IA, lo que corresponde es crear un sistema donde la trampa no tenga sentido: no vale la pena hacer trampa porque no tiene sentido. Eso significa que si te dan un ejercicio o un examen, tiene que estar abierto de una manera en la que no hay un sí o un no, sino que se revelen otras cosas que no sean cuantificables. Entonces la revolución educativa que necesitamos es de una profundidad educativa que nadie todavía está concibiendo.
JD: Mi última pregunta va sobre la pieza de La resurrección de Simón Rodríguez. Me gusta que tú dices que surge de tu deseo por compartir un café con Simón Rodríguez ¿A ti te gustaría que, en un futuro, cuando ya no estés, alguien hiciera el mismo ejercicio con Luis Camnitzer?
LC: Yo no compararía a Luis Camnitzer con Simón Rodríguez (risas). Aunque tampoco me opongo a compartir un café contigo (más risas).
JD: Me refiero a que a mí, personalmente, no me gustaría que alguien lo hiciera con mi persona una vez que yo ya no esté…
LC: Mira, en esa muestra, el espiritismo… yo no creo en él, no creo en brujas, pero de que las hay, las hay (risas). Lo que pasa es que es una forma alternativa de conocimiento, y la endorsás o no endorsás, pero ahí está. Con la Inteligencia Artificial, te vuelves otra forma de conocimiento alternativo; o crees en ella o no crees en ella. Y me interesa mucho que de golpe espiritismo e Inteligencia Artificial aparezcan al mismo nivel en la muestra.
Pamela Echeverría: Queremos saber qué te dijeron las médiums, Luis.
LC: Bueno, pues andá a la muestra (risas). Lo que sí les puedo decir es que me hice amigo de ellas, tengo agregada a una de ellas en Facebook y bueno, ahora me muevo por un círculo muy distinto.
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* Se trata de una entrevista realizada a Camnitzer para el programa La Caja Mágica, de Jalisco Radio, que puede consultarse aquí.
** Yo, como egresada de una carrera en Artes, no sabía qué era una regla de cálculo, hasta que al momento de transcribir esta entrevista lo busqué en Internet. Añado acá esta anotación para quien tenga la misma duda: se trata de un instrumento de cálculo que funciona como una especie de computadora analógica, que posee escalas móviles y le facilita a la usuaria hacer operaciones aritméticas complejas como divisiones, multiplicaciones, etc.