Platicamos con Gris García sobre su proyecto Playlist Curada, en la que invita a artistas, curadorxs, investigadorxs, escritorxs, etc a compartir sus ideas, intereses y referencias, o a expandir sus investigaciones a través de listas musicales. Esto fue lo que nos contó.
Baby Solís: ¿Cómo surge la idea de Playlist Curada?
Gris García: Playlist Curada surgió de manera muy orgánica, preguntándole a mis amigxs qué música escuchaban, estaba cansada de las recomendaciones de los algoritmos. La premisa era muy simple: música recomendada por amigxs, no por algoritmos. En las diversas propuestas se pueden encontrar listas musicales para dibujar, escribir o incluso para hacer el amor; sonidos oníricos para encontrarnos con nuestros sueños, o bien para despertar de la siesta; canciones para bailar sentadxs y cumbias con filtro antimachista. Eventualmente el proyecto se ha ido complejizando y esto ha resultado en playlists que son investigaciones de artistas, que se adentran en exploraciones sonoras en torno a su práctica o realizan recorridos sonoros para situarnos en sitios específicos.
BS: ¿Cómo eliges a quiénes invitar a curar una playlist?
GG: El primer año del proyecto (2022) fueron invitaciones a mi círculo cercano, artistas con intereses musicales o curatoriales. No había un programa como tal pero siempre he pensado que hay música acorde a las estaciones del año, música para el verano o el invierno, entonces solo le di orden a las listas según el mes del año en que se publicaban. Fue así hasta que un día tuve un sueño en el que invitaba a Alan Sierra a curar una playlist y me enviaba una titulada “Discutir lindo”. Cuando le conté el sueño Alan la hizo realidad y me mandó “una lista musical para la resolución de conflictos” y así surgió una serie de listas musicales en torno a los sueños. A partir de ahí empecé a pensar en que podría curar un programa específico.
En el segundo año invité artistas, curadorxs, escritorxs que tenían investigaciones musicales en su práctica de artistas, como es el caso de Yasodari Sánchez, quien viene investigando desde 2016 sobre el movimiento de la cumbia en el barrio de la Independencia en Monterrey. Para el 2024 recibí un premio de Barcelona Producció por La Capella y propuse un programa curatorial en torno a música y resistencias pensando en cómo nuestra identidad condiciona las formas en que escuchamos y alrededor de la pregunta: ¿por qué escuchamos lo que escuchamos?
BS: Además de nuevas canciones, ¿qué más obtienen las usuarias de estas playlist?
GG: Parte de curar una lista musical es compartir una idea o una historia, cada playlist está pensada con una narrativa y un orden. Me gusta pensar que son experiencias. Hay artistas que comparten referencias musicales para la creación de su obra o sus álbumes, como es el caso de El Palomar, un colectivo queer de Barcelona que ha producido su álbum “There must be justice” creado íntegramente por artistas trans y no binarias, incluyendo el diseño gráfico y el mastering.
Hay playlists para entrar en un trance o guiarte en un viaje sonoro como es el caso de Daniel Lara Ballesteros con “Inner Travel”. Hay quienes complementan sus investigaciones, como es el caso de Andrea Ancira con “Cosas que no puedes tocar pero que te hacen falta” que es parte de un archivo familiar que Andrea ha ido ensamblando desde hace 15 años con la intención de reconstruir y desmenuzar las experiencias de migración y exilio de su familia entre los territorios de México y Guatemala. Otras listas acompañan como soundtrack un libro, como es el caso de “Medea me cantó un corrido” de Dahlia de la Cerda. También playlists que se activan en formato de charla, taller, performance, o exposiciones, como es el caso de “See you in Heaven”, una muestra de Linnea Hansander, artista sueca que trabaja con la música pop, que hicimos el espacio de FASE en Barcelona y fue curada junto a Fuxia2. Es decir el proyecto es más complejo que solo las listas musicales. La idea de Playlist Curada es servir como una plataforma para acceder a diversos materiales en torno a lo sonoro.
BS: Como curadora y agente del arte, ¿qué papel juega la música en tu quehacer? ¿y a nivel personal?
GG: Siempre me han interesado otras dimensiones más allá de lo visual y pensar formatos curatoriales que salen de lo expositivo, del museo, de la institución, fuera del cubo blanco. La música es un canal que amplía las posibilidades a otras audiencias y otras formas de percibir. Me gusta pensar que Playlist Curada se ha vuelto un espacio para activar otras maneras de acceder al arte. Mensualmente hay alrededor de 150 a 170 personas escuchando las listas y que no son necesariamente públicos especializados en el arte y eso para mi es muy valioso. A nivel personal, tengo un problema con el silencio: no sé estar sin música. Pienso mucho lo que escucho, la música que pongo por la mañana, por la noche, si voy en movimiento, si hago ejercicio, si necesito concentrarme, la música que me acompaña y el sonido me es fundamental.
BS: Ahora que conoces la música que escuchan diversas artistas y agentes del arte, ¿ha cambiado tu percepción sobre su trabajo? ¿te aproxima a él de otra manera?
GG: Definitivamente. Playlist Curada es un espacio que me permite comenzar otras conversaciones. Todo mi trabajo curatorial tiene que ver con el diálogo, con el encuentro con otrxs. Cada creación de una lista viene acompañada de preguntas, de escuchar, de escribir, de encontrarse; es un proceso en el que nunca estoy sola y siempre hay otras voces. Aproximarse a la obra de un artista más allá de un resultado material o meramente visual es muy rico. Hasta ahora hay más de 40 listas y colaboradorxs, y es increíble acceder a ese otro mundo que es parte de un proceso artístico.